domingo, 22 de febrero de 2009

Preparando el G-20

Esta tarde, después de comer, y con el sopor que produce una comida de domingo y el buen sofá delante del televisor, he cabeceado con el ronroneo de voces e intérpretes. De vez en cuando, y como formando parte de mi fantasía onírica, escuchaba la voz de Merkel o Brown. Finalmente la realidad se ha apoderado de mí y he visto a unos diez de los veinte en fila, hablando por turnos, según la canciller fuera llamándolos.
Este tipo de actividades televisadas son sumamente interesantes para mí desde un punto de vista cinético y gestual. Mientras los anglosajones (Brown, Merkel, Balkenende) apenas gestualizaban el discurso y mucho menos se movían en la silla, los latinos ( Sarkozy, Berlusconi, Zapatero...) parecían que tuvieran pica-pica en la silla, sin olvidar las manos, claro, que movían de tal manera y con tal fruicción que más de un anglosajón se nos habrá asustado.
Interesante ha sido ver cómo Sarkozy, con su dedo índice, iba avisando de la gravedad del asunto.
Lo que son las cosas, qué bonito es ver estas diferencias culturales. Al menos a mí, me encantan.
Ahora, eso sí. Dirán los alemanes que tanto italianos como los hispanos hablamos a una velocidad de vértigo. En absoluto, miren a qué velocidad debía traducir la intérprete a los anglosajones y cuánto tiempo le sobraba con los latinos. Ahora bien, la estructura del discurso, también era otra.
Ya les digo, sin desperdicio.