jueves, 24 de abril de 2008

Al galante caballero de la piel estirada

Estimado caballero de la piel estirada:
Le escribo porque creo importante proclamar por esta vía de comunicación tan masiva que me parece usted un energúmeno atorrante. Uno de esos hombrecillos de poco empaque, gran cráneo y ojitos diminutos que, clavados desde niños al vulgar pavimento por complejos propios e insultos ajenos, se dedican el resto de su vida a tratar de suplir las carencias de autoestima a través de exhuberantes compañeras de cama y ataques desmedidos a todos aquéllos que tuvieron la fortuna de no nacer en tan mal molde. La envidia nunca es buena, aunque pueda ser productiva.


La bajeza física y ética que le caracterizan parecen despertar el morbo participativo de sus compatriotas, ávidos consumidores de esas aventurillas corruptas y esos rebuznos discursivos con los que usted los deleita periódicamente. De modo recurrente y siempre después de haberse retocado la tensión epidérmica del rostro y la población capilar de ese gran areal que es su cabeza, resurge usted cual ave fénix del fondo de los abismos para volver a agitar las conciencias y las almas con....basura. Es una mercancia como otra cualquiera y a la que no hay que hacerle ascos. Sobre todo considerando las ganancias brutales que genera y el gusto que encuentra su pueblo (gran amante de la moda, el estilo y la clase) en el revolcón de detritus. Lo sublime y lo infame, del mismo modo que lo demoniaco y lo divino, se tocan por los extremos y en lugares tan cercanos a Dios este roce puede llegar a convertirse en una mezcla, en un mejunje de difícil degustación. Así consigue usted, sin gran pericia, ser engullido cual molesta comida cargada de ajo y volver a salir, expedido por los gases de una mala digestión política, para deleitar a sus paisanos con más estulticia y grosería. El acróbata enano sin miedo al salto sin red.


Bien, no crea que lo que escribo es resultado de la indignación. Su credibilidad está tan mancillada de latrocinio que no creo pueda despertar ya en mí el más mínimo sentimiento o reacción. Si se me ha ocurrido redactar estas palabras es porque no me parece adecuado permitir que establezca cánones de belleza femenina siendo como es el más feo del reino. Si las mozas que le cuelgan del brazo, le esperan en camas barrocas y le tersan la piel del rostro y otras partes corporales se recrean en la opulencia carnal de sus pechos y labios de plástico, esto no quiere decir, estimado caballero, que sean hermosas. Tampoco que aquéllas que le acompañan en sus razias gubernamentales por el Collis Quirinalis sean inteligentes. Simplemente se trata de sus "niñas", de sus pupilas sumisas, atentas a que el olor a detritus que le persigue no alcance las narices de su señor. Me pregunto si conserva aún el derecho de pernada.


Existen otras mujeres a las que bien poco importa su criterio estético y sobre todo sus ademanes de machorro de tasca. Las opiniones que tenga acerca de la presencia física de las colegas ministeriales de otros países mejor las deja para las noches de póquer con sus amiguetes. O se las cuenta a su santa esposa a la vez que le advierte que no se meta a política porque afea y resta feminidad al templo maternal y de reposo que representa el cuerpo de la mujer. Porque al fin y al cabo de eso se trata, del otro cuerpo al que usted sólo llega gracias al poder y al dinero. Reflexiono algo más y me doy cuenta de que quizás las chorradas rebuznadas en las últimas semanas son producto, una vez más, de ese complejo que arrastra desde niño y que se manifiesta en el ataque a los que tuvieron la fortuna de no nacer en tan mal molde. Bien mirado, semejantes palabras, si vienen de usted, han de ser reinterpretadas en la lógica freudiana que nos revela el valor de lo reprimido...Valiente y galante caballero de la piel estirada, ¿no será que lo que a usted le indigna es no ser mujer y política de éxito? Si así fuera, no se preocupe. Al siguiente estiramiento epidérmico le añade un leve cambio de sexo y nos retorna convertida en un ave fenicia. Le espero.


miércoles, 16 de abril de 2008

¿HOGAR, DULCE HOGAR?


Los dulces signos interrogativos que acompañan al estereotipo burgués que da título a esta entrada no son más que la manifestación de una duda que me corroe desde que retorné de hacer las Américas mexicanas. Desde luego que dinero he ganado poco y que el ahorro que supone la casita de una, su ollita y su camita es indiscutible para economías tan poco afortunadas como la mía. No obstante, paseo por el pasillo de mi casa algo confundida, inquieta y con una melancolía que sólo me cura echarme a dormir. Sí, estaba yo muy contenta viviendo mi aventura viajera y de repente me di cuenta de que había que volver y de que mis ínfulas a lo Jack London tenían los días contados. Rutina y comodidad. Palabras que ahora me duelen al nombrarlas. ¡Qué me gustaría a mí ser una de esas nobles inglesas decimonónicas que se dedicaban a descubrir África, hastiadas de la etiqueta británica y forradas hasta las cejas gracias a la explotación inquina de ese continente del que acababan tan enamoradas!


Así que aquí me veo. Frente al ordenador que es más o menos como estar sentada frente a vosotros. No pretendo insistir en las batallitas mexicanas. Ya he visto que tampoco hay que abusar y que los kilómetros realizados me interesan sobre todo a mí, que los he hecho. Pienso en qué contaros, veo que mi productiva compañera va haciendo sus entradas como el que no quiere la cosa y me tomo a pecho eso de que en abril vamos rezagadas. ¡Con lo bonito que es este mes!


De todas las sandeces que he ido leyendo estos días y para las que tengo un vista últimamente que me alarma (será uno de las consecuencias de esa melancolía apática que se ha pegado a mí como una sombra) se me quedó grabada una en el cerebro que más que sandez parece fruto de una conjura inquisitorial. Me refiero a la cruzada venezolana contra la serie de dibujos animados Simpsons. Por lo visto el Sr. Hommer es un peligro para los infantes de la república chavista y las travesuras de su hijo un mal ejemplo para los adultos revolucionarios y bigotudos. El raciocinio, la sensibilidad, el ingenio y la prudencia de Lisa Simpson tienen que ser perjudiciales para la emancipación femenina proclamada desde las tribunas del poder por, otra vez, generales descamisados, bigotudos y con una tribu de hijos naturales a sus espaldas. Niñas así, aplicaditas, contestatarias e idealistas no hacen falta en una revolución. Para eso ya están los hombres.


Es evidente que exagero. Lo hago con voluntad sarcástica y sin ánimo de perpetuar ningún estereotipo. Sin embargo, creo que cualquier prohibición de una producción cultural (y por mucho que le duela al ingente Chavez, la familia Simpson es un producto cultural) es un acto de censura reprochable, cuestionable y sobre todo criticable. Cuando el máximo líder se pone a calibrar el peligro moral que se esconde detrás de un gordito fracasado "comedonuts" es porque o bien se le ha reblandecido el cerebro o porque a lo mejor, tal es su altura, ya habla de tú a tú con el divino ser que puebla los cielos y protege las grandes revoluciones.


Los gestos autoritarios, las moralidades de doble pelo y las arrogancias de decidir lo que es o no apropiado para el pueblo son características de los recurrentes caudillos latinoamericanos. Chavez pretende salvar a los suyos de la decadencia capitalista y no parece darse cuenta de que la libertad no es sinónimo de capital. ¿No se da cuenta o no le conviene hacerlo? Habrá que preguntarle al Sr. Burns, maestro en artimañas y estrategias con las que engañar a la ingenua población de Springfield. Estoy segura de que Chavez ve la serie en su casa a la hora de la cena. De algún sitio tendrá que aprender.

En abril, aguas mil

Este mes va a pasar a la historia de este joven blog por ser el que menos entradas va a tener. Podría decir que el tiempo pasa volando pero la razón no es ésa. La verdad es otra pero no se la contaré para no sonar quejica. En realidad debería estar en el mejor de mis momentos puesto que la primavera y el verano son para mí las dos estaciones en las que más rindo. Cuanta más luz, mejor, parece decirme mi cerebro.
Quizá sea ésa un poco la causa de este desierto de entradas en abril. Qué paradoja: desierto con lo que está lloviendo por estos lares... Muchos de mis colegas están ya un poco saturados de tantas lluvias, incluso algunos de mis alumnos me lo han comentado. A mí me afecta bien poco puesto que siempre oí lo de en abril, aguas mil. Y no veo por qué aquí en Frankfurt debería ser diferente.
Este abril lluvioso sería del agrado de García Márquez. Pero esperemos que escampe pronto. Aún me gustaría disfrutar del buen humor de mis alumnos en los días soleados de este maravilloso campus.

jueves, 10 de abril de 2008

Mola mogollón




Acaba de empezar el semestre y tras la histeria colectiva de la primera semana se ha pasado a una nerviosidad latente pero controlada. No es mi estado de ánimo, no, a pesar de que ayer me atropellara un coche y me haya dejado un tanto traspuesta, sino el de los estudiantes. Algunos de ellos se convierten en sus respectivos Dr. Jekyll cuando por entrar en un curso, que en ocasiones no es de su nivel o no lo necesitan, nos venderían hasta a su madre. Con todo, la semana próxima será otra cosa. Las aguas siempre vuelven a su cauce.


Otra de las cosas que he aprendido estos días indirectamente de una estudiante - puesto que no es estudiante mía- es que sé lenguas que no sabía que supiera. En realidad, la conclusión de esta estudiante es muy racional: "- Yo esto lo sé, lo único complicado es el vocabulario. " Esta respuesta se fundamenta en que ella sabe ya conversar con la gente y contarle qué gustos y aficiones tiene, lo único complicado es el vocabulario en español. Eso sí, ante tal pequeñez no se arredra y la tenemos en cursos de nivel superior. A mí hablar en chino tampoco se me da mal, lo único complicado es el vocabulario.


La enseñanza de lenguas es un mundo fascinante y no sólo por estas constelaciones. En realidad la lengua misma es cambio constante y ello la hace maravillosa. Si antes se decía que algo molaba mogollón, hoy en la jerga juvenil peninsular se dice que mola mazo. Eso de mogollón debe sonar ya a algo cursi y pasado de moda. Totalmente obsoleto son palabras como "tronco". Aún recuerdo frases del tipo: " ¡Eh¡, ¿Qué pasa tronco?" ( Rehílese la s) que viene a equivaler al qué tal. La tronca de entonces se ha convertido en churri y, la verdad, aquí es donde noto la edad y me pongo un tanto "pureta" al oír cosas del tipo: "- Es un mojón hacer una operación gamba con esa churri". Por una parte, me parece estilísticamente poco lograda, quizá porque nunca sonaron bien las palabras bisílabas terminadas en -ón. Por otra parte, no acabo de entender si una operación gamba es algo bueno o malo. A primera vista diría que malo pero no sé, así es que para gente de mi generación que nos den un diccionario y nos lo traduzcan. Con ello nos facilitan la tarea y podemos entender que tal frasecita significa "es una tontería intentar ligar con esa chica que está muy buena pero es fea de cara".

En San Millán de la Cogolla se acaban de reunir unos cuantos filólogos para debatir el lenguaje de los chats y sms, que también se las trae pero que resulta de un cómodo que pa qué. Tal y como ha ocurrido con el lenguaje de la movida, dejará algún resto en el español estándar, pero sólo alguno. No sé si mazo persistirá, lo que está claro es que la voz caló molar ya lo ha hecho.
Tema interesantísimo. Incluso me hubiera gustado asistir al congreso si no me hubiera pillado con el principio de semestre. Seguro que ha molado mazo.
Bueno, por hoy me despido de ustedes hasta otra ocasión. Les escribiré cdo tnga + tmpo y + csas k cntar.