sábado, 2 de mayo de 2009

Juan Marsé y Cervantes: crónicas de la España real


La entrada que sigue a continuación escoge un tema algo caduco ya. La urgencia informativa que imponen las posibles pandemias virícas, las crisis económicas y algún que otro evento deportivo obliga a que el tiempo de permanencia en la parrilla de actualidad sea breve. Los premios literarios suelen tener poco morbo y menos sangre y por ello es posible que hoy ya pocos se acuerden de que la semana pasada el escritor catalán Juan Marsé recogió el galardón cervantino que el mundo iberoamericano de las letras concede anualmente a sus mejores autores.

No es Marsé uno de mis favoritos. El casticismo “chusquero” (me pregunto si os llegará la extensa amplitud de este adjetivo adaptado del militarismo fascista español) que con tanta maestría recogió en sus novelas; la programática sordidez posguérrica y la aburrida esterilidad seudoprogresista del franquismo tecnocrático puestas al descubierto en La oscura historia de la prima Montse y Si te dicen que caí son aspectos esenciales de una España real y oscura de la que me resulta imposible congratularme. Sé que representan hábitos de una época que vivieron otros y que por ello no es de rigor criticarlos virulentamente. No deseo yo tampoco que en unas décadas alguien me eche en cara los terribles años de betún bajo la hegemonía de los clanes Bush, Putin y Berlusconi. No obstante, Juan Marsé me transportaba con sus palabras leídas en las sobremesas del verano a una realidad histórica triste y seca. Carente de toda diversión y placer. Insoportable pensar en haber vivido entonces e increible saber que mis padres formaron también parte de esos grupos de niños aburridos y hambrientos de chocolate y juguetes. Un extraño sentimiento de encerrona e injusticia clausuraba con frecuencia las lecturas marsianas.

Ahora es premio Cervantes y de su discurso ceremonial me he permitido escoger algunos pasajes porque creo que revelan una postura literaria coherente a lo largo de los años y comprometida con un acto único y preciso como es el de narrar. El escritor catalán abomina de teorías y modelos de escritura. Su experiencia autorial dice basarse en unos pocos principios que me permito transcribir aquí brevemente. El discurso se encuentra en internet...por si se os ha abierto el apetito.
“Con respecto al trabajo mantengo algunos principios, pocos, que bien podrían resumirse en dos: procura tener una buena historia que contar, y procura contarla bien, es decir, esmerándote en el lenguaje; porque será el buen uso de la lengua, no solamente la singularidad, la bondad o la oportunidad del tema, lo que va a preservar la obra del moho del tiempo.”
(http://estaticos.elmundo.es/documentos/2009/04/23/discurso_marse_cervantes.pdf)

No hay comentarios: