viernes, 3 de agosto de 2007

86 negritos escalando las rejas de Europa

El artista alemán afincado en Barcelona Boris Hoppek ha organizado una exposición callejera con un tema que hasta ahora parecía destinado a rellenar las vacías páginas de los periódicos en la época estival. Su propuesta consiste en distribuir por las calles de Cádiz una serie de muñecos de trapo que son facilmente identificables como figuras mediáticas de nuestro entorno. Me refiero a los africanos que de forma intermitente nos miran con ojos repletos de miedo y carencia desde las portadas de los diarios. A esas personas que, por los motivos que sean, deciden embarcarse en las tristemente famosas pateras para tratar de encauzar su destino en este planeta.
Hoppek, además de ir repartiendo sus figuras por los rincones más perdidos y las atalayas más elevadas de la ciudad, ha organizado una serie de actividades interactivas para hacer partícipes de su reflexión a aquel público interesado en la muestra. Es innegable que el disparo con tirachinas sobre la imagen de un africano o la repatriación del mismo a su continente por medio del lanzamiento de una cabeza ficiticia desde un cañón son actos violentos, destinados a generar incomodidad. También lo es que la cotidianeidad del flujo migratorio en condiciones precarias ha contruibuido a que olvidemos, no sólo las tragedias que lo acompañan, sino la responsabilidad de cada individuo al otro lado de la frontera, en esta hermosa Europa sin aduanas y eurócrata.
El artista alemán nos la recuerda y lo hace de un modo directo, libre de tapujos y acusador. Y aunque nos cueste asumir la crítica que se esconde tras el tirachinas o el cañón, me parece que el mensaje queda claro. Aquello que se hace en nombre de las instituciones públicas que controlan el devenir de un país no son acciones abstractas que en nada han de atañernos (fea palabra ésta) sino que detrás de cada una de ellas estamos nosotros, los ciudadanos, quienes con nuestra pasividad, indiferencia o estrés ignoramos las miradas desesperadas de aquellos que intentan escalar las rejas del vergel. Si un Estado son sus ciudadanos, también lo son sus leyes y disposiciones. Pretender inhibirse de esta regla es cuando menos una cretinez y en el peor de los casos un cinismo repugnante.
La muestra de Hoppek culmina con un enorme cementerio de cartón en memoria de los inmigrantes que no consiguen alcanzar el destino deseado y fallecen en el intento. Por lo menos ha habido alguien que se ha acordado de todos aquellos que no consiguieron atraer la atención de una cámara o un objetivo, que yacen en algún rincón del oceano tristemente olvidados por el paraíso al que pretendieron llegar....Recuerdo la historia de Ìcaro, que cayó del cielo por su atrevido intento de volar con unas alas de cera. Me pregunto si como europeos enjuiciamos las penurias migratorias desde esta óptica mítica: suerte para el listo que se puso alas de plumas, muerte y olvido para el iluso que creyó que con una barquita de madera alcanzaría a los dioses. Las puertas de Hércules no perdonan a los intrusos, las de la Unión Europea tampoco.

4 comentarios:

Mila dijo...

Una de nuestras primeras entradas (14 de mayo)en este blog ponía los ojos en los emigrantes que llegan a las costas españolas día tras día sin atender a domingos ni fiestas de guardar puesto que el día sagrado para ellos es el de la buena visibilidad y condición atmosférica que permita a los cascos de madera, que ya ni siquiera son pateras sino cayucos, mantenerse a flote y arribar a buen puerto.
La concienciación de este artista alemán espero que tenga algún fruto, al menos en aquéllos que todavía no han percibido la gravedad de tal tragedia humana. Lo espero porque me parece lamentable que no se luche con denuedo para solucionar una situación de genocidio humano. Sí, de genocidio. La omisión de socorro está penada en España- y espero que lo esté en los demás países europeos- pero no hacemos nada por socorrer la situación angustiosa de ciudadanos africanos que han de optar por arriesgar su vida para poder malvivir en una Europa ajena, hostil y racista. Se podrá decir que sí ayudamos a los que llegan deshidratados, hipotérmicos y moribundos pero bienaventurados somos los unos, desgraciados los otros que tienen que probar suerte en la mar, que cuán traicionera es, para poder optar a un ápice de misericordia europea.
Hay gente atea, apolítica, agnóstica, anarquista... pues bien, yo soy "alímite" porque a excepción de en el arte que toda transgresión merece, a mi parecer, cierta atención, comprendo las fronteras como primer obstáculo en el desarrollo humano.
El artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos reza: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona". Que se aplique.

Anónimo dijo...

Qué más se puede decir además de lo mencionado en estas entradas. Que Mila tiene razón y que no se puede seguir mirando al Polo Norte para no ver la urgencia dramática de los seres humanos en África. Y si esto lo leyeran algunos políticos...Marta

Anónimo dijo...

Mi vecino Abdul lo intento tres veces antes de entrar en España. Primero en patera desde la playa de su pueblo natal en la costa norte de Marruecos hasta que lo intercepto una patrulla de la Guardia Civil y lo repatriaron. Despues en los bajos de un camion con idéntico resultado. Y a la tercera en un barco mercante con el que tuvo mejor suerte. Tras un periplo por la Peninsula acabamos coincidiendo los dos en la misma casa de un pueblo costero, reviviendo tiempos en los que ambas culturas convivieron en paz. Cuando nos sentabamos a la fumar en las noches de verano frente a la casa, él me contaba lo dura que había sido su vida y recordaba las noches de Marruecos y a su familia, pero sin olvidar a los paisanos ahogados en las aguas del Estrecho.
Hay muchos como él que sueñan con una vida mejor al otro lado del Estrecho y se dejan la vida en ello, victimas del mar, de las mafias que controlan el tráfico de pateras y de cayucos y de la pasividad de sus gobiernos, que pasan la pelota a los paises del Norte con la esperanza de recibir ayudas.
Porque no debemos olvidar que los mayores beneficiados de esta desgracia son los paises emisores, que se lavan las manos amparandose en la escasez de medios y suplican medios (económicos, sobre todo), que los paises del norte aportan religiosamente para acallar la voz de la conciencia colectiva que pide una solución al "problema" de la inmigración, cuando ésta no está únicamente en manos de ellos, sino tambien de nuestros vecinos del sur.

Mila dijo...

Hoy informan los periódicos de que un magrebí ha muerto tras ser atropellado por el camión en cuyos bajos se había escondido. Una tragedia.