viernes, 25 de enero de 2008

La picaresca

Ni del Lazarillo ni del Buscón voy a hablarles sino de todos esos pícaros tan anónimos que siguen la tradición por los siglos de los siglos. En concreto, hoy me ocupan los pícaros estudiantiles. Esos aguerridos "timadores" que quieren dar al profesor gato por liebre.

Si me pongo a recordar mi época estudiantil, no puedo más que decirles que vi de todo. Yo sí, porque los profesores que nos cuidaban, parece que no vieron mucho aunque se dice que el mejor antídoto para un copión es un profesor, ya que se conoce todos los trucos.

En mi caso vi mucho pero hice poco. Yo he sido muy cobarde para copiar. Era de las que pensando cómo articular la pregunta del examen se ponía roja por si el profesor llegaba a pensar que estaba copiando. A lo máximo que llegué fue a anotarme algunas cosas de las laringales para mi examen de morfología latina en la facultad, que de poco me sirvieron porque sólo me apunté en el diccionario las que me eran útliles para la formación de los participios de pasado pasivo y me salieron otras muchas clases de palabras de cuyas laringales ni me acordaba yo ni el diccionario. Aquel examen de latín fue el más largo de mi historia: 8 horas de literatura, morfología y traducción latinas. Todo un día que incluso llegué a disfrutar. Al final de la jornada me hubiera gustado haber estudiado más para hacer mejor examen. Creo que la literatura y la traducción me salvó de la quema.

Mi fuerte radicaba en "soplar". Llegué a dictar un examen entero a una compañera en Crítica literaria. Eso sí, no sé cómo lo redactó que sacó más nota que yo. Cosas de la vida.

Yo no tuve práctica en hacer chuletas en parte porque desistí enseguida al comprobar que aquello no era para mí puesto que la primera vez que me pasaron una chuleta en mi vida fue a los quince años para un examen de ética cuyo tema era "El individuo" y esta individua que soy yo se la tuvo que comer antes de utilizarla.

Ya ven, una inútil he sido. Aquí seguro que algunos de ustedes tendán más experiencia que yo. De algunos no lo puedo ni suponer puesto que sé que incluso darán consejos de cómo copiar y no ser descubierto. Pero no crean que quería hablarles de mí, no en absoluto, qué va... No, en realidad todo era una excusa para hacer notar un aspecto cultural propio de lo hispano. La picaresca hispana se ha mantenido en el ámbito estudiantil. Este hecho, comparándolo con el mundo universitario alemán, que es el que puedo mejor analizar, es significativo de nuestra idiosincrasia. Aquí los alumnos son muy nobles. En el mundo hispano recurren a las chuletas digitales, a los teléfonos móviles, a los pinglanillos... Tanto es así que hay gente que presume ser abogado o médico sin haber estudiado leyes o anatomía en su vida y sin tener que llegar a comprar el título.

Según un artículo en el suplemento Aula del periódico El mundo, hay estudiantes que gastan 900 Euros para "comprar el aprobado". Me asusta esa falta de ética y me asusta tener que dar con mis huesos en una clínica donde el matasanos copió tanto que lo único que puede hacer es jugar a médicos. A eso ya jugué en la guardería.

Sin embargo, habría que preguntarse por qué se copia tanto al menos en España pero también supongo que en El Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela,... La razón en la mayoría de los casos es un sistema de evaluación obsoleto y unos contenidos que siguen una tradición universitaria pre- sesentayochista. El sistema habría de realizar algunos cambios y adecuarse más a las necesidades de sus alumnos. Personalmente estoy muy agradecida a mi formación académica pero aún así creo que exámenes de 8 horas para una asignatura anual no deberían existir, ni siquiera de cuatro. Me pregunto si deberían existir los exámenes tal cual. Más bien deberíamos propugnar por un sistema de evaluación que midiese las estrategias y competencias adquiridas para hacer una tarea final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como estudiante fui una apasionada del "chuleteo" (así se llaman esos pequeños papelitos en los que cabe la Biblia en pasta) y menos del "copieteo". He sido soplona y me han soplado más. Es decir, cumplí con los requisitos de todo alumno algo vago y desorientado que sabe que llega la hora del examen cuando le toca volver a reactivar los trucos. Me pillaron varias veces, me puse roja en algunas, en otras me dio igual...La desfachatez se gana con los años. Al examen pertenece el copiar, la chuleta, el soplón y el soplado...La propia estructura de pregunta/respuesta lo exige...Tanto monta, monta tanto. Si me ha servido de algo, prefiero dudarlo. No obstante, en alguna esquina de mi corazón, se oculta el placer del saber secreto, las informaciones "chuleteadas" no se han borrado de mi memoria. Quizás por el esfuerzo que supusieron. No sé si el sistema cambiará algún día...Sí que sé que del mismo modo que me gustó estudiar, me entusiasmó el reto de "chuletear", el riesgo de ser cogida y las posibilidades extremas del 10 más redondo o del 0 más absoluto. O todo o nada. La bolsa y la vida. De vértice a vértice se aprende de chico, jugando y equivocándose...Por eso me niego a decir que mis "chuletas" fueron una mala cosa. El ingenio es parte de la picaresca y ser ingenioso es una bondad moral y un privilegio intelectual.