miércoles, 16 de abril de 2008

¿HOGAR, DULCE HOGAR?


Los dulces signos interrogativos que acompañan al estereotipo burgués que da título a esta entrada no son más que la manifestación de una duda que me corroe desde que retorné de hacer las Américas mexicanas. Desde luego que dinero he ganado poco y que el ahorro que supone la casita de una, su ollita y su camita es indiscutible para economías tan poco afortunadas como la mía. No obstante, paseo por el pasillo de mi casa algo confundida, inquieta y con una melancolía que sólo me cura echarme a dormir. Sí, estaba yo muy contenta viviendo mi aventura viajera y de repente me di cuenta de que había que volver y de que mis ínfulas a lo Jack London tenían los días contados. Rutina y comodidad. Palabras que ahora me duelen al nombrarlas. ¡Qué me gustaría a mí ser una de esas nobles inglesas decimonónicas que se dedicaban a descubrir África, hastiadas de la etiqueta británica y forradas hasta las cejas gracias a la explotación inquina de ese continente del que acababan tan enamoradas!


Así que aquí me veo. Frente al ordenador que es más o menos como estar sentada frente a vosotros. No pretendo insistir en las batallitas mexicanas. Ya he visto que tampoco hay que abusar y que los kilómetros realizados me interesan sobre todo a mí, que los he hecho. Pienso en qué contaros, veo que mi productiva compañera va haciendo sus entradas como el que no quiere la cosa y me tomo a pecho eso de que en abril vamos rezagadas. ¡Con lo bonito que es este mes!


De todas las sandeces que he ido leyendo estos días y para las que tengo un vista últimamente que me alarma (será uno de las consecuencias de esa melancolía apática que se ha pegado a mí como una sombra) se me quedó grabada una en el cerebro que más que sandez parece fruto de una conjura inquisitorial. Me refiero a la cruzada venezolana contra la serie de dibujos animados Simpsons. Por lo visto el Sr. Hommer es un peligro para los infantes de la república chavista y las travesuras de su hijo un mal ejemplo para los adultos revolucionarios y bigotudos. El raciocinio, la sensibilidad, el ingenio y la prudencia de Lisa Simpson tienen que ser perjudiciales para la emancipación femenina proclamada desde las tribunas del poder por, otra vez, generales descamisados, bigotudos y con una tribu de hijos naturales a sus espaldas. Niñas así, aplicaditas, contestatarias e idealistas no hacen falta en una revolución. Para eso ya están los hombres.


Es evidente que exagero. Lo hago con voluntad sarcástica y sin ánimo de perpetuar ningún estereotipo. Sin embargo, creo que cualquier prohibición de una producción cultural (y por mucho que le duela al ingente Chavez, la familia Simpson es un producto cultural) es un acto de censura reprochable, cuestionable y sobre todo criticable. Cuando el máximo líder se pone a calibrar el peligro moral que se esconde detrás de un gordito fracasado "comedonuts" es porque o bien se le ha reblandecido el cerebro o porque a lo mejor, tal es su altura, ya habla de tú a tú con el divino ser que puebla los cielos y protege las grandes revoluciones.


Los gestos autoritarios, las moralidades de doble pelo y las arrogancias de decidir lo que es o no apropiado para el pueblo son características de los recurrentes caudillos latinoamericanos. Chavez pretende salvar a los suyos de la decadencia capitalista y no parece darse cuenta de que la libertad no es sinónimo de capital. ¿No se da cuenta o no le conviene hacerlo? Habrá que preguntarle al Sr. Burns, maestro en artimañas y estrategias con las que engañar a la ingenua población de Springfield. Estoy segura de que Chavez ve la serie en su casa a la hora de la cena. De algún sitio tendrá que aprender.

1 comentario:

Anónimo dijo...

I love la "voluntad sarcástica", ya sabs qu siempe me ha ido eso mucho... quizás demasiado...