Desde hace unos días que venía queriendo escribir algo sobre el Misteri d´Elx, un tesoro Patrimonio oral de la humanidad. Sin embargo, no va a poder ser puesto que otra noticia nos ha sacudido con una intensidad de 7,9.
Apenas una semana ha transcurrido desde que un terremoto sorprendiera en España a los vecinos de Pedro Muñoz. En los días siguientes, me sorprendía leer con qué buen humor describían estas gentes cómo habían vivido el momento. Hubo quien creyó que su mujer, un tanto oronda, había caído en el cuarto de baño y provocado un ruido tremendo. Casi historias de risa desde la seguridad de no haber pasado nada.
Hoy la situación es bien otra. Ha pasado, y mucho. De momento hay centenares de muertos y miles de heridos y damnificados.
Hoy habría que pedir al Banco Central Europeo y al Mundial que mandaran un uno por ciento de lo que han dado para mantener una caída bursátil que no va a parar ya por mucho que se la intente frenar. Pero para ello seguro que no tienen dinero. Seguramente no procederá. Sólo sirve para que no se desplomen ni se vean desplumados esos que veranean en yates de 30 metros de eslora y tienen hijas a lo Paris Hilton. No veo yo que pase nada porque los precios inflados de los pisos bajen a su precio real. En Perú, hoy, muchos han perdido su casa y mucho más. Allí nadie lo ha perdido todo por especular.
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1 comentario:
Cuando ocurre una tragedia de estas características es cuando nos damos cuenta de la fragilidad del empeño humano por persistir en las zonas más peligrosas del planeta. Banalidad de las banalidades es sin duda ese mundillo que, ajeno a estas desgracias, sigue su curso alrededor de poderoso caballero Don Dinero. No me preocupa tanto que las bolsas o los mercados inmobiliarios se vayan a pique. No podrían logar mover mi interés por sus cuitas, no me alcanzan. Me pregunto no obstante, qué puedo hacer yo por todas esas personas que una vez más me miran, si a mí, desde las fotos de los periódicos con ojos sinceros y angustiados. Pobre gente, como tu y como yo, que de entre los escombros han de sacar no sólo a sus muertos sino también las escasas ganas de seguir adelante, de continuar con una vida frágil y volátil. Para mí es esa la existencia real del ser humano en la tierra y todo lo demás a lo que oportunamente se refiere Mila no es otra cosa que falsa huída, estúpida quimera de bienestar que no satisface en absoluto las auténticas necesidades del hombre. Ojalá reciban pronto los peruanos agua, pan, camas y medicinas para los suyos...Vengan, de quien vengan. Marta
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