No hay mejor manera de visitar una ciudad que perdiéndose. Esto, que solía ser máxima mochilera de grupo Interrail allá por los noventa, ha dejado de tener toda validez en la década que arrastro de los treinta. Yo hoy necesito guía, mapa, comer sentada y dormir en un colchón duro. Si no lo hago, claudico. Y la verdad es que para claudicar no se viaja. Al menos, no más.
Así que como todo lo hago bien/mal y me cuesta trabajo decidirme, se me olvidó el mapa y la brújula con los que pensaba moverme por esta ciudad condal sin dar demasiados tumbos, con direcciones inequívocas, pasos certeros y pocos quebraderos de cabeza en mitad del metro. El momento en el que advertí este descuido fue un instante leve de ansiedad, un segundo muerto de parálisis cerebral del que me rescató con algo de brusquedad la imagen colorista y artificial de una abuela, seguramente antigua vedette de revista del Paralelo, pintada y tocada con una peluca rubia, dispuesta a salir en ese momento a escena y a la que sin duda estorbó mi memez física, mi cara de pardilla perdida en medio del mundo.
¿Por qué un segundo? A eso iba con esta entrada de hoy. Esas sesenta milésimas se vieron brillantemente abortadas por un dispositivo de localización geográfica que me había traído sin darme cuenta. Uno que no sólo no te dice eso tan irritante de "su tabaco, gracias" o "gire a la derecha y luego pare en el semáforo" sino que más bien te lleva a los hornos de pan más ricos, a los carrers más perdidos de la Barceloneta a conocer a un amigo de Vázquez Montalbán o al Corte Inglés a comprarte un paraguas porque se ha puesto a llover. Vamos, un apaño de lo más efectivo y encima de carne y hueso. Te da conversación, te cuenta chistes y hace de intérprete en los momentos más castizos. No sé por qué habría yo de comprarme una máquina si aquí con Mila estoy más centrada de piernas y cerebro que en mi barrio de Bockenheim.
Discutía con ella hace un momento si su nueva faceta, para mí hasta la fecha desconocida, habría que atribuirla más a cierta humanidad tecnificada o a una técnica humanitaria (mirad que en ambos casos soy beneficiaria de la misma). Es decir, si la llamo mejor en mis momentos de admiración mi GPS humano o mi Cyborg gipeseado. Ella sonríe y me marca el camino con su magnífico paraguas, recordándome discretamente que nos faltan naranjas y que lo del móvil lo puedo solucionar en la tienda de la esquina. Decidme entonces por qué mientras subíamos las escaleras a casa (abundantes peldaños, muchos, demasiados...) hace un momento se ha dado la vuelta y con una mirada sincera me ha confesado que ella eso de la orientación no lo tiene bien...Mi estupefacción es grande: ¿estaremos en Barcelona?
4 comentarios:
Qué envidia me dáis. A ver si la próxima me apunto y os hago de guía. Mila, acércate a la playa con un bote y tráeme algo de aroma del mediterráneo, que ya no aguanto más. Confío en que tendréis cicerones excelentes, aún así no puedo dejar de daros un par de propuestas:
Libreria Laie (Via Laietana (o es Pau Clarís )esquina con Caspe, para disfrutar de literatura y unos menús a mediodía bastante variados. Lugar de encuentro de muchos intelectuales. Un patio interior para relajarse en medio del bullicio. Por supuesto patear el barri del Born por la noche... por cierto Marta, J. Bardem alquiló allí un apartamento cuando estuvo filmando con Woodie Allen. Lástima que esté en LA...
Disfrutad mucho! Hasta la vista!!
Cesar, hoy mismo estuvimos en el Born...Una tarta de naranja y limón que comimos por allí no la olvidaremos nunca...Sobre la movida nocturna te comentamos en unos días, porque todavía nos queda salir a copear por esas calles preciosas que rodean a Sta. María del Mar. Nos reservamos para manana porque el resto de noches hemos estado ocupadas descubriendo otras esquinas de la ciudad. Ah! pero te recomiendo el restaurante Divine en el carrer Balmes para comer al mediodía. Todo un entorno. En fín, todo bien, todo rico, todo divertido e interesante...Qué más se puede pedir....Besos desde Barna. Mila y Marta
Creo Marta que lo de estar en Barcelona y yo una especie de cyborg fue algo que imaginaste bajo los efluvios de algún licor, je, je... Mila
Pues si así fue...¡Que viva la Salsa y su gran valedora! Nuestra querida Selinda, que logró hacer de la euforia una alucinación. Marta
Publicar un comentario