viernes, 2 de mayo de 2008

El dos de mayo


Como testigo de excepción, Goya. Como visualización de lo ocurrido El dos de mayo de 1808 o La carga de los mamelucos. Como hecho fidedigno, poco, puesto que Goya no estaba en Madrid esos días y lo que pintó está basado en relatos. Sin embargo, fiel a la leyenda popular que cuenta que Madrid se alzó en armas en contra de los franceses, pinta uno de sus más bellos cuadros.
Tan sólo han pasado doscientos años de aquel desastre y legendaria hazaña. "El empecinado", "Agustina de Aragón", "Pepe Botella" y otros serían protagonistas de hechos coyunturales que afectarían a la historia moderna española. Esta guerra, que en cierta manera, provocó un sentimiento españolista, fue el germen de todas nuestras disputas nacionalistas. Con ella ya nacen las dos Españas- aunque siempre habían estado presentes- y sin ella - mirando a posteriori otros territorios invadidos por Napoleón- nos hubiéramos quedado como estábamos pero sin monarquía. Hecho que no entro a valorar. Pero bueno, aventurar el qué seríamos, no es más importante de lo que somos. Y nuestra idiosincrasia pasa por la Guerra de la Independencia con el peculiar ánimo frente al gabacho. Ni yo misma me escapo, contra el francés no tengo nada pero sí me produce algo de grima el gabacho. El que quiera entender que entienda.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Mire usted, Sra. Crespo, que coincido con todo lo que escribe sobre el dos de mayo. La distancia con el gabacho, sea de la plebe que sea, es de buen gusto cuidarla porque nunca se sabe y porque a ellos, aunque no lo digan, siempre les tiró el ambiente ibérico y ese "primitivismo" que espantaba a los "Pepe, botella" y enardecía a su señora. Es decir, ambición de llegar a Cádiz siempre tuvieron y aunque nuestra "Pepa" no estuvo mucho tiempo en el candelero si de algo sirvió es para darnos a los íberos conciencia de nación, de pueblo (bien explotado, bien liberado)con soberanía legítima. Desde entonces, ahí andamos, discutiendo sobre liberales y conservadores, afrancesados y fernandinos y obligándonos a enfrentarnos con una tradición de "empecinados" que nos viene de lejos y que nos ayuda a sentirnos aún más peninsuleros. A mí esta parte de la historia me gusta más que la del Imperio. Porque me parece más auténtica y más popular, más apegada a las contradicciones que nos marcan y nos definen. Yo, por mi parte, como republicana uno el grito del dos de mayo al de ¡Viva la Pepa! y su bisnieta la República malograda. Mari Loli Quinina, maja por vocación y por naturaleza.