
Escojo yo los días más soleados para meterme en los museos. No por mi pavor al sol sino más bien porque el guapísimo Lorenzo, que en tan raras ocasiones nos visita, me incita a salir y a despreocuparme de mis urgentes y algo envilecidas ocupaciones. Nada serio pero tentador.
Así que decidí acudir con un buen amigo a una exposición dedicada a los cómics japoneses en el Museo de Artes Aplicadas del soleado Frankfurt am Main. No sólo se hacía una presentación de las diversas corrientes que constituyen el mundo manga sino que, mejor aún, se realizaba un recorrido por la tradición nipona del dibujo, la caligrafía y las representaciones de todo tipo en papel, seda y otros materiales de lo más volubles. También se incluían ejemplares chinos y coreanos, cada cual más rico en colorido, animales extraños, caras de gran expresividad y pasajes fantasiosos. Una delicia para una cateta como yo, pero más me entusiasmó ver que la mayoría de los visitantes a la exposición era de sexo femenino....¿Por qué será?
Si realmente ese índice de asistencia refleja el interés de las chicas en la estética manga, ¿cómo no hay más dibujantes de cómics femeninas? ¿Qué hacen, los dibujos para la abuelita? Yo no pasé de vanas imitaciones de la estúpida Candy pero me hubiera gustado tener algún que otro referente femenino en mis lecturas de tebeos...No sé, por aquello de que a lo mejor se me hubiera quedado algo. Ya se sabe que nosotras, las mujeres, a veces tenemos problemas de iniciativa....Que si no ha hecho antes una cosa una mujer cómo que para qué voy a empezar yo, la torpe, la manazas con más cabeza que entendimiento. Todo ese tipo de críticas a las que me tengo acostumbrada. ¡Maldito sadismo!
Bueno, menos mal que esta línea de pensamientos envilecedores se me pasa rapidito y el constreñimiento que me causan aún más. Saliendo del museo decidimos mi amigo y yo echarnos un ratito en el cesped a descansar de tanto cuerpo mangoide y a seguir calibrando la cuestión de género en el mundo del cómic. Vimos entonces a un gracil cuerpo femenino hacer piruetas con un patinete (un "skate"), maravillosa flexibilidad, encanto de ligereza y seguridad en unos pies calzados con unos enormes zapatos . Vamos, un goce estético porque además la chica le echaba al asunto gran técnica y dominio, seriedad y una sonrisa estupenda tras cada traspié. Daba gusto verla.
Pensé entonces que por qué atribuirle las culpas de mi supina simplicidad al género. Por qué no acordar de una vez por todas la inutilidad propia como algo consustancial a una carga genética algo desvirtuada para determinadas funciones. Por qué, en fin, no asumir que mi vagueza, mi incompetencia y mi falta de constancia se deben sobre todo a mí y no a lo que me caracteriza por ahí abajo, entre las piernas. Y así seguí mirando a esa chica revolucionaria mientras me comía un estupendo helado y me alegraba de haber salido del hoyo ese en el que me he metido pensando que es lo único que sé hacer....Ampliar horizontes sería una buena meta para los próximos meses. Veamos donde acabo.
4 comentarios:
Mi queridísima Marta: Difiero del tono victimista de tu entrada quizá porque en mi caso nunca hubo impedimentos que me permitieron hacer lo que realmente me dio la gana en el momento en el que me la dio.
En parte pienso que no hay más dibujantes femeninas porque no hacen dibujos tan machistas como los manga.
Este tipo de cómic hoy día casi de culto es machista y si no fíjate en el cuerpo de la protagonista de tu foto.
A mí no me apasionan mucho las niñas manga tampoco.
A modo informativo diré que en México y Chile se denominan monitos; en El Perú, chistes; en Argentina, historieta; en España tebeo. Ahora parece que nos globalizamos un poco más y los llamamos cómics.
De los manga me quedaría con Mazinger Z por eso de la afectividad por reminiscencia. Cómo molaba eso de puños fuera...
De Mazinger Z me acuerdo mucho. Y de Afrodita A también. Con aquello de pechos fuera. Sobre las cuestiones de género en la estética manga habría que discutir largo y tendido. Valga decir que muchas de los grandes héroes manga son mujeres androides (perfeccionadas, infladas, carentes de humanidad) pero también que el erotismo de una corriente (me refiero a esas escolares de faldas cortitas y largas, larguísimas piernas abiertas al ojo masculino) de este tipo de cómics se basa en la misma ingenuidad machista que caracterizaba al cine del destape español de los años setenta: ropas interiores, botones abiertos que dejan entrever carnes protuberantes, ingenuidades fingidas para llevar al interesado al catre...Desde luego momentos más que lamentables pero a los que no me atrevería a calificar de inútiles en relación a la educación sexual de los españoles en las últimas décadas. Es decir, bajo la aparente oposición machismo/feminismo que se plantea en muchas de las críticas occidentales en relación al manga se ocultan relaciones algo más complejas que pretenden ejemplarizarse precisamente en el exceso corporal. Es cuando menos interesante plantearse por qué, si la estética manga es tan "deningrante para la mujer" parece atraer tantas miradas femeninas y es precisamente un público de chicas el que se identifica con estas mujeres de atributos dramatizados...¿Tendrá que ver con algunas formas nuevas de concebir lo femenino, con cierto "orgullo de género" que se evidencia en la contundencia de las formas físicas? Complicado, pero ciertamente atractivo...Algo así como la viñeta de Gohst in the Shell. Marta
No me voy a estirar con oraciones largas, ni comentarios con uno o doble sentido. Les dejo simplemente un apunte para que lo elaboren (si quieren...): ahora que empezó el buen tiempo, y quién sabe cuánto dure, he estado viendo cada vez más tatuajes, sobre todo en la población femenina; en el tobillo y brazo son los más populares. Después están los más atrevidos y que no se dejan ver fácilmente en la zona de la baja espalda y, finalmente, en el pecho. Tal vez porque es Alemania? Será una forma de expresarse? Ustedes mujeres dirán.
Saludos, Marco
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