miércoles, 17 de octubre de 2007

Empieza el semestre

Recuperándonos de los últimos coletazos del verano estábamos cuando sin apenas avisar se nos ha echado el tiempo encima. Encima, sí, cual losa pesada que no deja respirar.
Siempre lo mismo. Uno se promete que para el próximo semestre va a mejorar absolutamente todo, que va a ordenar el despacho ( por cierto, le hace buena falta), que va a recibir a los estudiantes con una sonrisa ( sincera y no de las que significan como vuelvas a preguntarme algo, te mato) , que va a alegrarse de que los alumnos vuelvan a llamar a la puerta... pero tal y como simpre me dice mi madre "el infierno está lleno de buenas intenciones". Así es que me perdonen mis estudiantes mi este incipiente estrés principio de curso . En dos semanas se me ha pasado, lo prometo. En dos semanas habrán perdido sentido las preguntas de minuto que llaman cada momento a mi puerta; en dos semanas, los estudiantes se habrán tranquilizado porque lograron entrar en todos los cursos propuestos; en dos semanas, estaré sumergida en pilas de papeles que me hagan sentir acompañada; es decir, en dos semanas sonreiré y me diré, el próximo semestre...
Pero no crean ustedes que realmente me agobia el principio de semestre. En realidad, y será porque debo de ser algo masoquista, me encanta. Me encanta ver a mis estudiantes. Vuelven con nuevos ánimos esperando un seminario que cumpla con sus espectativas, con ilusión y ganas. Y será porque soy una sentimental, pero a mí empezar el curso me fascina. Tan sólo espero poder dar lo mejor de mí y estar a la altura. Mis estudiantes se lo merecen.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que tengo que darte la razon (que no siente precedente, por favor) y afirmar que a mi tambien me gustaba empezar un nuevo año como estudiante. Y ademas, lo echo de menos.
Eso me ocurre porque como estoy en el mundo laboral no academico, veo todas las mañanas como los estudiantes van hacia las aulas del saber (aunque ultimamente parecen mas bien las aulas de la ignorancia)con legañas en los ojos y cansancio en el animo. Yo mataba esas nefastas sensaciones con largas e inolvidables sesiones de cafeteria e incontables ausencias de las aulas(asi me fue). Supongo que la emocion del reencuentro con los compis y con los profes era lo que nos embargaba, pero la verdad es que del trabajo y de los estudios, nanay de la china, y Mila, me remito a nuestras clases de italiano...

Anónimo dijo...

Hola Bukowski, aunque ahora ya sé quién eres realmente con tu comentario. Me alegra que por una vez me des la razón. Tú que siempre me has llevado la contraria,sólo por avivar la discusión y por principios. Sin embargo, aquí haré todo un homenaje a la amistad que nos une y diré que aunque no me des la razón, eres uno de mis mejores amigos, aun en la distancia.
Me has hecho recordar el momento café que se pronlongaba y prolongaba...pero sobretodo a nuestras famosas clases de italiano, donde me reí como nunca y apenas aprendí nada entre otras cosas porque casi nunca fuimos. Ahora sí, aquella nuestra última fila fue increíble.
Siempre recordaré aquel día en que te encontré en la clase de italiano.
Mila

Anónimo dijo...

Gracias por los elogios. Creo que ya asoma la lagrima evocando tiempos pasados. Que ignorante era en aquellos años (y sigo siendolo)y que feliz. Aun creia en la revolucion, los cambios, la juventud, la bondad de la gente, el altruismo... (Por Dios, ¡si que era inocente!) Lo de la clase de italiano creo que constara en nuestro expediente como "No presentado", o por lo menos en el mio.
Utilizando un paralelismo ya gastado, me aventuraria a decir que nuestra amistad es como un excelente vino, que no se avinagra con los años y que siempre permanece joven. Aunque nosotros ya pasamos de los 30, querida amiga (oye, mira, me ha gustado esto de "querida amiga")...