viernes, 28 de septiembre de 2007

Entre dos aguas

Hoy es mi último día de vacaciones. Un día que voy a utilizar para hacer algo "cultureta". Me voy a ver una exposición un tanto curiosa titulada Frankfurter Frauenzimmer um 1800.
Seguramente pensarán que voy para ver si encuentro ideas de decoración. Se equivocarían. Voy a dejarme sorprender. A falta de una exposición sobre Josep Renau que me gustaría ver pero que no voy a poder hacerlo, bueno será que me informe un poco de qué era importante para una mujer francfortesa que me lleva unos pocos lustros. Seguramente descubra ese afán de mi vecina por dejar ver a sus muñecas quién pasa por la calle. Así dejaré de darme sustos con versiones para no dormir del muñeco diabólico.
Pero como les decía, hoy es mi último día de vacaciones, ahora que he empezado a tomarle el gusto a esto de no hacer nada. Porque no he hecho nada. Bueno, casi nada. Me he dedicado a leer. Leer mucho y además, a veces, incluso por placer. Así he podido leer en "casi" primicia una novela que saldrá en España este mes de octubre titulada como esta entrada, no porque me haya copiado su autora a mí el título sino porque más bien se lo he plagiado yo.
Entre dos aguas es una novela policíaca que hay que leer. Y no digo más porque si no acabaría contándoos el final y eso es de ser un aguafiestas. Tan sólo os remito a http://www.rosa-ribas.com/entredosaguas.htm

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tenía una visión parcial de lo que eran las Frauenzimmer. Pensaba en un modelo como Sophie von La Roche y creía que todas esas mujeres se dedicaban a tener éxito en un mundo masculino pero orientado al saber estar femenino. Así esta autora, entre otras recomendaciones, revela cómo se ha de hacer la colada, etc. Por eso pensaba yo que ese tipo de conductas eran las que nos iba a mostrar esta exposición. Pues no, no fueron ellas las que pusieron la moda de adornar las ventanas. La decoración hacia el exterior que tanto me chocó a mí al principio. Ellas se encargaban de ser mujeres de negocios, un poco con el beneplácito del marido o padre porque sin ellos no podían abrir el negocio. Y es así como nos encontramos desde mujeres nobles, con algún que otro hijo ilegítimo y ludopatía por medio, que instauraron fundaciones, a escritoras, como la arriba mencionada, pasando por pintoras, encuadernadoras, peluqueras en el sentido literal de la palabra, etc.
Todas ellas, mujeres activas en Fráncfort, una ciudad que fue criminalmente destruida en la guerra.
Pero miren ustedes por donde que sí que me hubiera traido a casa algún mueble con el que decorar mi casa, sobretodo una mesa para echarme unas partiditas de cartas con mis amigotes. En cambio, las muñecas se las dejaré a mi vecina. Seguro que a ella le encantan.
Mila