sábado, 27 de octubre de 2007

La grieta de España


Parece que no se cerrará nunca. Parece que seguirá supurando como una cicatriz mal curada pus, costra y sangre en un derrame infinito que sin causar gangrena si pueda provocar fiebre, malestar y sobre todo desemboque en una patología crónica. La enfermedad se llama "las dos Españas" y asola la historia del país no sólo desde 1936 sino desde mucho antes, desde que en la piel de toro ibérica se enfrentaron el oscurantismo devoto y fanático y el liberalismo burgués y capitalista. Sus víctimas: las de siempre, el pueblo que no sabe de grietas ni de destinos universales, sean de izquierda o de derecha.



No emplearé la batería de argumentos anticlericales. Para eso ya pasó el tiempo y ni la Iglesia vaticana ni la española me preocupan lo más mínimo. El que vaya para cura, que lo sea y lo mismo digo de las monjas. No obstante, creo que la beatificación confirmada de esos religiosos a los que desde Roma llaman "mártires de la Guerra Civil" es una falacia, no tanto por una cuestión de creencias (como digo, en estas como en otras cosas que rija la tolerancia) sino por una de objetividad histórica. Víctimas hubo en los dos bandos, del mismo modo que hubo sacerdotes en los dos grupos enfrentados. Los maniqueismos de la historia oficiosa del franquismo (véase la caduca obra de de la Cierva) no han sobrevivido al paso del tiempo y hoy ya no cabe hablar de ningún modo de los "rojos asalta iglesias" ni de los "devotos hombres del Alzamiento". La investigación de una nueva generación de historiadores ha puesto esta tésis en evidencia del mismo modo que ha descubierto la intención de sus autores: mantener viva y supurante esa grieta que rasga al país y a sus habitantes. Azuzar el miedo, un temor que para algunos ha de transmitirse como un gen de generación en generación.



¿ Qué dice la Iglesia vaticana sobre los curas y monjas asesinados por los honorables soldados del franquismo? ¿ Quién recuerda hoy a esos hombres de Dios que murieron tras ser denunciados a las autoridades falangistas por caciques corruptos? Nadie. Solo sus familiares, ahora ancianos de 80 años que aguantaron en silencio el yugo de la dictadura, la ignominia de haber perdido a un hermano, tío o primo fusilado por los vencedores de la guerra y mantuvieron la memoria viva y cuidadas las tumbas clandestinas . Ahora les sobreviene la arrogancia de una Iglesia politizada que se siente legitimada a decir la última palabra. No son ellos, los obispos, cardenales y papas los que pueden clausurar la grieta pues ellos forman parte de la enfermedad que pretenden combatir. A la Iglesia en la cuestión española hay que exigirle humildad, actos de contrición y un poco de flagelo. Por respeto a todas aquellas ovejas de su rebaño que no logró defender y dejó a la interperie bélica.



Para que la grieta sane y de ella quede una cicatriz firme y cerrada se necesitan otro tipo de debates que se eleven más allá del acostumbrado maniqueismo de buenos y malos. Hay muchos sitios por donde empezar a barrer el patio. Primero habrá que sacar toda la basura a la luz, la de las esquinas a la izquierda y la de aquellas a la derecha, revisarla y catalogarla. En la España de la democracia aún nos queda mucho trabajo por hacer en relación a la etapa de dictadura franquista. Más que una tarea del Legislativo es una empresa de tipo social, cultural e intelectual. Más ayuda la entrada libre y sin condiciones para los historiadores a la Fundación Francisco Franco, subvencionada por la clase conservadora española, que la Ley de la Memoria Histórica. El pasado no se supera a base de leyes y decretos, eso ya lo intentaron los fascistas y fracasaron en su empeño por borrar la Segunda República. El pasado se construye en el presente, entre todos y eso incluye honrar también a aquellos que cayeron en el bando equivocado. Ni diablos ni santos. Hombres y mujeres que murieron en una sinrazón colectiva donde ni la Iglesia vaticana consiguió orientarse moralmente. Que se dejen de beatificaciones y hagan más bien un mea culpa. La grieta seguro que supurará menos.

2 comentarios:

Mila dijo...

Tema peliagudo, Marta, la posición de la Iglesia durante y tras la Guerra Civil. Obviamente la Iglesia espanola no actuó como debiera haberlo hecho y ahora parece que la vaticana, tampoco. Y digo parece porque no tengo conocimiento de causa. Lo que sí que veo claro es que el ser mártir, beato o santo es como llegar a ser reina: ahora ya se puede. Cuando yo era nina, estaban los santos de siempre; alguno era anadido al santoral de vez en cuando pero gozaban de poco fervor, por lo desconocidos. Hoy estos mártires, beatos o santos, disponen de club de fans en su comunidad.
De ningún modo puedo dudar de la maravillosa naturaleza de estos llamados a ocupar altares de iglesias cada vez más vacías, en absoluto, pero sí me aterra ver cómo convertirse en mártir, beato o santo se ha vuelto producto de tienda "todo a cien". De hecho, si santifican a Juan Pablo II, creeré que la Iglesia ha perdido todo rumbo. Esta promoción no va conmigo.
Pero si dejamos la Iglesia de lado y hablamos de "las dos Espanas" diré que también me preocupan. Y mucho. Yo espero que La Ley de la Memoria Histórica sirva para recuperar- nótese que no juzgar- a todos por igual. Sólo así dejaremos de tener una historia oficiosa. Ambos bandos fueron crueles, unos antes y otros después. Y sin embargo no fueron lo bastante crueles para que la sociedad espanola aprendiera la lección. Hoy seguimos igual.
A veces siento que estoy mejor fuera de Espana.

Anónimo dijo...

Por desgracia para todos (aunque algunos ya quisieran, ya...), la generacion que vivio la guerra civil esta despareciendo lentamente y en silencio, y esta ley podria ayudar, quizas no a impartir justicia, pero si a evitar que se hunda en el olvido colectivo.
Recopilar todas las enseñanzas seria maravilloso para que asi las generaciones futuras pudieran aprender de los errores del pasado, y es por ello que aplaudo la decision de sacar adelante dicha ley, pero creo que llega tarde y mal, como siempre.
Quizas en España funcionó tan bien la transicion porque somos especialistas en mirar hacia el otro lado. La sociedad española actual ya no recuerda los pecados del pasado y destierra en el olvido a los que bien pudieran refrescarnos la memoria. El debate sobre la ley de la tan manoseada Memoria Historica nos ha hastiado (esa es la palabra) hasta el punto de que a mucha gente no le importa si ha salido adelante o si no. ¿Por que? Porque nadie sabe aun a ciencia cierta a quien beneficia. Se ha politizado tanto el tema que hemos perdido el rumbo.
Y justamente esa impresion es la que nos dan a algunos. Que ambos partidos mayoritarios han retrocedido en el tiempo y han avivado el fuego que arraso este pais en 1936.
¡Por Dios, señores, que ni Franco ni Durruti se van a levantar de la tumba! Solo nos faltaria eso...
Respecto a la Iglesia y las 480 "live" beatificaciones, siento decir que me encanta como la Iglesia es capaz de mover multitudes. Ya quisieran los Rolling, ya.Pero yo ya los he dejado por imposibles. Ellos hacen su trabajo y punto, no les pidamos milagros, por favor. Excepto si se trata de mover a las multitudes, que de eso saben un rato.. En fin, totus tuus